Si te has hecho un “diario de comidas” en una libreta o en el móvil probablemente ya reconozcas alguno de tus malos hábitos al comer. El siguiente paso es saber qué los provoca. Suele ser un estado de ánimo concreto o una situación, por ejemplo:– Comer viendo la tele.
–Una reunión de trabajo o una presentación.
–Tener cerca platos con dulces o máquinas de chocolatinas.
–El aburrimiento.
–Pasar frente a un escaparate repleto de bollos.
–Ver un partido de fútbol.
–Las ofertas de 2×1, 3×2…
Estos son solo algunos ejemplos, hay muchos más, pero solo tú puedes reconocer los tuyos. Una vez los tengas identificados, anótalos y piensa cómo podrías contrarrestarlos. Algunos serán fáciles, como cambiar la ruta de vuelta a casa para no pasar frente a esa panadería tan tentadora, o no tener caramelos en la mesa de la oficina.
Pero habrá otros desencadenantes que no será sencillo evitar. En este caso, la solución es buscar sustitutos saludables al mal hábito que provocan.
