Habrás oído hablar de ellas, seguramente de fuentes diversas: amistades, familiares, medios de comunicación… Y posiblemente también serían mensajes aparentemente contradictorios: funcionan muy bien, son peligrosas, no se adelgaza o no pasas hambre.
La verdad es que una persona sana puede llevar a cabo una dieta hiperproteica sin sufrir daños, siempre y cuando sea durante un periodo breve de tiempo. Y llevan a perder peso, porque los alimentos que emplea tienen mucha proteína (que es saciante y lleva a comer menos) y pocas calorías.
Sin embargo, este tipo de dietas implica riesgos para la salud, y también de fondo:
–Algunas dietas hiperproteicas restringen tanto los carbohidratos que pueden acarrear deficiencias nutricionales o un bajo consumo de fibra y los correspondientes problemas de salud, como diarrea y dolores de cabeza.
–Muchas potencian el consumo de carne roja, lo que aumenta las probabilidades de sufrir un ataque al corazón y cáncer de colon.
-El exceso de proteínas correspondiente se elimina por la orina, lo que exige un esfuerzo adicional de los riñones, que pueden dañarse si dicho esfuerzo se prolonga en el tiempo.
–Gran parte de la pérdida de peso que producen es de agua. Estas dietas favorecen la eliminación de líquidos, por lo que todo lo que se adelgaza no es de grasa.
Por último, y quizá lo más importante: puesto que hay que abandonar la dieta hiperproteica en algún momento (normalmente cuando se ha bajado el peso deseado), la persona vuelve a comer como antes de empezarla, por lo que se produce un efecto rebote (además muy rápido, porque los líquidos se recuperan en seguida). Nadie duda de que se puede perder mucho peso, ¿pero de qué sirve si vuelve a recuperarse? Recuerda que no se trata solo de adelgazar, sino de cómo se adelgaza y para cuanto tiempo.
