Cuando haces una actividad aeróbica, como caminar o correr en bicicleta, la intensidad de ese ejercicio está relacionada con cuán dura te resulta, así que tiene un lado subjetivo. Pero también se refleja en el ritmo de tu respiración y de tus latidos, en el sudor y en el cansancio de tus músculos.
Así que hay dos formas de medir la intensidad del ejercicio:
1.- Cómo te sientes: la intensidad del ejercicio es una medida subjetiva porque se basa en tu percepción personal, en el esfuerzo que sientes estar haciendo. Y esa sensación puede diferir de la de otra persona haciendo el mismo ejercicio. Por ejemplo, lo que a ti te parece una carrera muy dura puede resultarle normal a una persona más en forma.
2.- Tu ritmo cardíaco: es una medida más objetiva de la intensidad del ejercicio. En general, cuanto mayor sea el ritmo, mayor será la intensidad.
Los estudios han demostrado que tu esfuerzo percibido se corresponde bastante bien con tu ritmo cardíaco. Así que si crees que estás entrenando fuerte, lo más seguro es que tu corazón lata muy deprisa.
Esto significa que puedes recurrir a cualquiera de ambos métodos para medir la intensidad del ejercicio que hagas. Si te gusta la tecnología y te importan los números, te gustará tener un pulsómetro o un wearable de actividad que cuente tus latidos. Incluso si crees estar en sintonía con tu físico y confías en tus sensaciones, cualquiera de esos aparatos te ayudará a gestionar tu esfuerzo y a mejorar la precisión de tu programa personalizado.
