Lo cierto es que no tienes por qué dejar de hacer ejercicio físico leve o moderado si tienes un resfriado leve sin fiebre. De hecho, como la actividad abriría tus vías respiratorias, podría incluso ayudar a que te sientas mejor y aliviarte temporalmente la congestión.
Hacer ejercicio podría incluso ayudar a que te sientas mejor y aliviarte temporalmente la congestión.
En líneas generales, ten esto en cuenta respecto al ejercicio y el malestar:
–No hagas ejercicio si tienes fiebre, fatiga o dolor muscular generalizado.
–No entrenes si tus síntomas están por debajo del cuello, como una congestión en el pecho, tos seca o estómago revuelto.
-Pero si tus síntomas se presentan por encima del cuello no pasa nada porque hagas alguna actividad
física.
Estos síntomas incluyen los característicos del resfriado común, como los estornudos, la nariz moqueante, la congestión nasal, y el dolor leve de garganta. En función de cómo te encuentres, puedes rebajar la intensidad y duración del ejercicio (en vez de correr, camina a buen ritmo).
Confía en tu cuerpo y sus sensaciones. Si tienes un catarro y te encuentras fatal, tómate un descanso. Bajar el ritmo de entrenamiento o cogerse unos días libres cuando estás enfermo no debería afectar demasiado tu rendimiento; ya retomarás tu rutina normal de ejercicios gradualmente a medida que te encuentres mejor. Y habla con tu médico si no estás seguro de volver a entrenar.
Pero recuerda: si eliges entrenar estando enfermo, reduce la intensidad y la duración de las sesiones. Y sobre todo: si intentas ejercitarte al ritmo habitual teniendo algo más que un simple resfriado te arriesgas a algo más grave. Ten siempre en cuenta que el objetivo del ejercicio es mejorar tu salud, no lo contrario.
